1.- Desmaquíllate
con una crema o un gel para tu tipo de piel. Si tienes rímel coloca un tipsu debajo de las pestañas y con un isopo de vaselina procede a limpiarlos. (Repite
si es necesario).
2.- Procede
a aplicarte con un algodón el tónico o loción dando suaves toques en tu rostro.
3.- Aplica un exfoliante y no olvides de realizar un masaje con la yema de los dedos sobre
el área de las mejillas, mentón, entrecejo y cuello.
4.- Coloca
el rostro frente a una olla con agua caliente separado al menos 30
centímetros de manera que el vapor te ayude a abrir los
poros. Para hacerlo más
efectivo puedes cubrir tu cabeza con una toalla o paño de manera que concentre
el vapor, o sustituye esta técnica por la aplicación de toallitas calientes
sobre el rostro.
5.- Una
vez abiertos los poros y con las manos previamente desinfectadas, procede a extraer los puntos negros con ayuda de un sacacomedon o apretando con la yema de los dedos, nunca con
las uñas, trata de colocar gasas envueltas sobre tus dedos
para asi evitar infecciones posteriores. Si sangras evita
apretar las zonas enrojecidas y duras que anteceden al brote de barros o
espinillas, esto solo empeoraría esa zona.
6.- Finaliza
aplicándote una crema o mascarilla hidratante, déjalo actuar por unos minutos y retira.
7.- Por
último, dejes pasar al menos dos horas antes de maquillarse, aunque lo óptimo
sería esperar hasta el siguiente día para que la piel se regenere y descanse.
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La frecuencia con que debemos realizar una limpieza facial profunda varía dependiendo del tipo de piel de cada mujer.
si es un cutis graso o mixto, es bueno hacer una limpieza semanalmente hasta que el rostro consiga un equilibrio que le permita extender la frecuencia de la acción limpiadora a dos semanas. un cutis normal basta una limpieza facial al mes pues su tipo de piel no exige atenciones tan rigurosas.
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